Un gran movimiento de protesta se ha desarrollado en Miami. El Koubek Center va a cerrar sus puertas. Una fabulosa mansión, plagada de historia, poblada de fantasmas literarios y culturales, que deambulan protegiendo cada espacio.
Un oasis, donde el silencio es romance, entre la brisa y la cultura, que penetra más allá de las hojas de los árboles, permitiendo que el misterio de la creación se desentienda a veces, por encima de sus rejas, y la magia quede protegida en su castillo, verdadero patrimonio de nuestra humanidad floridana.
El Koubek Center fue refugio, teatro de grandezas y título obligado, para muchos profesionales. Convertir este espacio, en un amasijo de paredes inservibles, es deshonrar la memoria de los grandes. Me niego a pensar, que el intelecto no sea capaz de visualizar soluciones. Sus jardines son eufóricos espacios, que reniegan ser vendidos al más acaudalado, incapaz de reconocer los puntos comunes, entre economía y necesidad espiritual.
Los amantes de las artes, los estudiantes, profesores, ex alumnos, soñadores, reclaman un espacio como suyo, pues, de tantas puertas cerradas, se ha formado un desierto de sonrisas en silencio. Quizás sea más fácil hacer de su estructura un comercio rentable y rápido, que inventarse un sustento paulatino y obligatorio. Hoy, con los pensamientos obstruidos, el asombro y el descontento, es difícil crear ideas nuevas, pero, un área rentable para artistas, pintores, escultores; un centro donde convivan la creación, la observación y la venta, nunca habrá como este, nuestro Koubek Center, que no es un delito tenerlo y mantenerlo, en el Sur de La Florida, para orgullo de todos los hispanos.
Una ciudad. carente de cultura, es un sitio sin atracciones, incapaz de enamorar a los curiosos, ansiosos de conocer, sobre una comunidad multi transgredida. Una ciudad, donde el pastel de guayaba, puede ser deleite de otros paladares, que intercambian el sabor, con empanadas de espinacas, en la misma mesa, que se sienta el gallo pinto, a compartir con otros platos, tiene que crear su identidad; y esta mezcla, además de visualizarse, en la manera de expresarse cotidianamente, se observa y saborea, con mayor rapidez, en las expresiones artísticas.
La decisión camina apresurada, sin detenerse, porque carece de ojos acostumbrados a observar; y abundan, en esta ciudad horizontal, las manos resistentes a aplaudir. Abrirse a un mundo nuevo, como comunidad que conceptualice el arte de lo cotidiano, e involucre cada rincón, con la creación, es engrandecer la proyección de futuro, un mañana donde es mucho más importante el apoyo social a las artes, a la cultura, tan necesaria en nuestros hijos, que llenarnos de espacios sin vida, cuartos vacíos.
Un Koubek Center, que desarrolle actividades extraescolares, para niños, que en vez de deambular sin rumbo, o perdidos, entre los nuevos inventos, se reúnan, para aprender y compartir, sería un sueño de padres preocupados y un amasijo de recuerdos, junto a una magnífica educación para sus hijos.
Opciones hay muchas. Sólo sería necesario sentar a la mesa de negociaciones a personas, que deseen abrir puertas, y no cubrir paredes, con notas de abandono o un desalojo cruel, cristales con papeles sellados en el olvido, dejando morir una ciudad que apenas nace, y precisa de un patrimonio educativo y sociocultural, como el Koubek Center.
Amelia María Doval
Miami, 5 de abril del 2011.
No comments:
Post a Comment